Dicen que crecer se siente en los huesos. Que te estiras sin parar, y que tu cara y tus manos se alargan para hacerle juego a tu nuevo cuerpo. Que los ojos, que alguna vez fueron tan grandes y tan brillantes, se achican un poco; y que esa eterna mirada mezcla de curiosidad e inocencia se va desvaneciendo con el tiempo.
Dicen que un día te levantas y notas que ya no eres el mismo, que eres otro. Que las piernas ya no te caben en la cama y que tu cabeza, ahora mucho más grande, alberga pensamientos complejos y necesidades extravagantes.
Si crecer se sintiese en los huesos, como se supone que es, debería tener un esqueleto desgastado y sonoro. Deberia tener un cric crac como musica de fondo cada vez que caminase. En vez, sólo tengo un par de ojos grandes en una cara alargada. Unas manos largas que no hacen juego con este cuerpo pequeño; y por si fuese poco, una cabeza enmarañada llena de colores y necesidades extremas.
Pero, quizás, y en una de esas, ni siquiera existe tal proceso llamado 'crecer'.
Dicen que un día te levantas y notas que ya no eres el mismo, que eres otro. Que las piernas ya no te caben en la cama y que tu cabeza, ahora mucho más grande, alberga pensamientos complejos y necesidades extravagantes.
Si crecer se sintiese en los huesos, como se supone que es, debería tener un esqueleto desgastado y sonoro. Deberia tener un cric crac como musica de fondo cada vez que caminase. En vez, sólo tengo un par de ojos grandes en una cara alargada. Unas manos largas que no hacen juego con este cuerpo pequeño; y por si fuese poco, una cabeza enmarañada llena de colores y necesidades extremas.
Pero, quizás, y en una de esas, ni siquiera existe tal proceso llamado 'crecer'.