Mientras la ventana se quiebra en pedazos que se quiebran en mil pedacitos más y yo juego a las potencias matematicas de esto elevado a esto otro elevado nuevamente a esto otro, intento no pensar en que él probablemente estuvo aqui tan cerca que casi me fue posible oler su presencia pero aún así, no lo hice. También quiero olvidarme que yo misma soy un problema no sólo para mí, si no para otros (y muchos).
El verde quedará bien, pienso.
Entonces ella entra gritando y yo, con la cabeza cansada y apesadumbrada respondo con un gruñido que sale desde el alma, con el armamento preparado para el siguiente round, porque ya no puedo quedar K.O. Y, hey, si lo que pasa es que no puedes (podemos) reconocer que no sabemos que sucede, que tenemos miedo y que no estamos ni tan en lo cierto (ni tan equivocados).
Es sólo que el tiempo sigue caminando (y a veces se pone a correr maratones) como para darnos cuenta que ya no somos los mismos, y que no tenemos ni las ganas ni el tiempo de aceptarnos.