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Tengo que comportarme como es debido, como la situación lo requiere. Quisiera no estar ni tan asustada ni tan arrepentida ni tan culpable ni tan harta de no poder hacer nada al respecto.

Porque odio cuando las cosas estan fuera de mi alcance.

Sol en mi ventana (de caracol)

La costumbre es una de las peores cosas que puede pasarle a este animal llamado ser humano. Lo recordé cuando vi el sol en mi ventana (una cosa rarísima, casi surreal durante estos meses) y me quede inmóvil, pensando en cuan lindas se ven las paredes anaranjadas cuando son bañadas por la tenue y cálida luz solar. Luego me di cuenta que este es el mismo sol que odio en verano, y que el cielo gris, algo opaco, que hoy me acompaña todos los días, es el mismo que ansío en largas temporadas veraniegas.

Costumbre. Así es como defino la sensación de la pupila no-dilatada ante la no-sorpresa de un cielo que se mantiene todos los días igual, o algo por el estilo.

En fin, mucha divagación, tengo que aprovechar que mis cachitos de caracol al fin se pueden asomar.

Algunas cosas y mañanas de invierno

Es cuando el frío se hace compañera de tus libros y tus lápices y te abraza cuando caminas rápido. Es lindo el invierno, y a veces no tanto cuando cuesta soportar la sensación extraña de que el cuerpo se hiele tan rápido o de no sentir los pies.

Este invierno voy a obligarme a retomar todo lo que tiré, por desgana o por convencerme (sin motivos) de que estaba demasiado cansada. Sí, si la mente es poderosa en estos temas.
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